Por Antonio García González (Momo) Especialista en seguridad e intervenciones con materias peligrosas.
Sumamos otro artículo que espero que sea de vuestro interés; lo trato desde un punto de vista bomberil, como aprendizaje de aspectos relacionados con nuestra profesión. Tenemos que ser conscientes del riesgo que supone algunas veces la intervención en siniestros con afectación a cisternas o vehículos pesados que transportan materias peligrosas; en concreto, en este caso, transporte de GLP.
La evolución de la norma, marcos legales, procedimientos y sistemas de seguridad están vinculados al conocimiento y a la experiencia acumulada. Por desgracia, muchas veces esta evolución va vinculada a grandes catástrofes como la que vamos a analizar a continuación.
Cuántos miles de camiones circularían con sobrecarga de GLP en su tránsito diario por las carreteras españolas antes de esta catástrofe. Cuántas veces circularían atravesando núcleos urbanos. Cuántas veces circularían en horas intempestivas por las condiciones climatológicas extremas…
Todos los parámetros que pudieron influir negativamente en la evolución de esta catástrofe se alinearon ese fatídico día, marcando un antes y un después en todos los requerimientos de seguridad que se marcaron después de esta fecha.
A partir de este día, se evitó el tránsito de cisternas de determinadas materias peligrosas (obviamente GLP entre ellas) por núcleos poblacionales, se limitaron las horas de transporte, se mejoraron los sistemas de seguridad en las propias cisternas y lo más importante, se endurecieron las inspecciones y sanciones en la vigilancia al tránsito de materias peligrosas.
¿Qué ocurrió el fatídico 11 de Julio de 1978?
Un camión en tránsito (ruta complejo petroquímico de Tarragona hacia Alicante), cargado con 25 tn (según los informes periciales) de propileno circula por la carretera colindante a la playa y al Camping Los Alfaques.
Modelo de camión y cisterna que dio lugar a la BLEVE. Cisternas sin mecanismos de alivio actualmente obligatorios por norma.
Recordamos que el GLP propileno cuenta con una densidad aproximada de 0,5 kg/dm3, y debido a su temperatura de ebullición, se transporta presurizado aproximadamente a 8 bar.
Se daba la circunstancia que la cisterna presentaba un sobrellenado excesivo del gas licuado y no contaba con sistemas de alivio de presión. Estas circunstancias sumadas a las altas temperaturas ambientales sometían a la cisterna a presiones superiores a la de diseño.
Justo al pasar por el camping los Alfaques, y debido al sobrellenado, a las altas temperaturas, y también a un presumible colapso de la cisterna por fatiga mecánica de uso, se produce una fisura por donde se manifiesta una fuga. Esta fuga baja de forma instantánea la presión interior de la cisterna vaporizándose de forma súbita todo el propileno contenido en la cisterna (BLEVE).
Está gasificación generalizada, hace que la cisterna colapse de forma inmediata por el aumento de presión y que los fragmentos o partes de la cisternas se vean propulsadas de una forma inimaginable.
Por desgracia, la nube de gas liberada encontró en su camino alguna fuente de ignición (se ubicó en alguna parte del chasis o sistemas de frenos del camión) inflamando toda la masa de gas GLP liberado.
Imagen del camping un día cualquiera de verano antes de la tragedia; el radio de afectación de la BLEVE ocuparía toda la superficie del camping que se aprecia en la imagen.
Llama poderosamente la atención como el frente de llama aniquiló todo menos las ágabes americanas que aguantaron impasible el paso del frente de llama y las temperaturas superiores a los 2000º C.
Si bien es cierto que la afectación del paso del frente de llama pudieron afectar a estos ejemplares, seguro que no tuvieron problema en reproducirse, al rebrotar sin problemas.
Para entender la resistencia de estas especies, destaco un caso curioso; en Almería llevan años intentando acabar con un primo hermano de la ágabe americana (agave fourcroydes); y nacen y renacen.. Como el camalote en el Guadiana.
¿Cómo explicar un radio de afectación de esas dimensiones?
Sólo tenemos que aplicar (dato de múltiples oposiciones), la expansión del propileno al gasificarse (aprox. 220 veces). Con este dato, teniendo en cuenta el cubicaje de la cisterna, tendremos una cantidad aproximada de propileno gasificado de 10 millones de litros (10.000 m3).
Pero es que si recordamos que el rango de inflamabilidad del propileno es entre 2,4%-11% (variable según ficha o manual de consulta, aunque es un dato bastante aproximado), podremos tener con la cantidad de propileno transportado, una nube inflamable desplazable por sobrepresión de hasta 400.000 m3.
Como bomberos, es fundamental entender el riesgo latente que puede llegar a tener una cisterna sea cual sea la materia peligrosa transportada; muchas veces no somos conscientes de la magnitud del riesgo. Todavía recuerdo un curso que recibí al entrar de bombero novato, donde controlaban una cisterna (de las grandes) llena de gasolina con afectación de incendio generalizado bien caliente con un par de líneas; una de agua y otra de espuma. El tiempo me enseñó que había que ajustar un poco mejor los parámetros de riesgo.
La deflagración fue súbita (sin tiempo de reacción posible) y la afectación de la bola de fuego tuvo un radio aproximado en el sentido del mar de hasta 100 m. No confundamos el radio del frente de llama con la afectación por radiación (hasta 150 m.) o sobrepresión (hasta 1 km.; se encontraron fragmentos a esa distancia del accidente).
La cabina del camión fue propulsada 100 m. La parte posterior (casi la totalidad de la cisterna), se empotró en la pared de un restaurante que se encontraba a 300 m. Las ubicaciones de ambas partes nos marcan el lugar de la fuga de la cisterna, que por desgracia fue en el sentido del camping; si el colapso de la cisterna hubiera sido en la parte opuesta, el siniestro hubiera sido de una envergadura mucho menor en cuando a muertes se refiere.
Enfrente del camping se encontraba una discoteca que quedó absolutamente destruida causando varias muertes, pero más por efecto del colapso del edificio que por la afectación del frente de llama.
La cabina del camión salió proyectada a más de 100 m. desde el lugar originario de la BLEVE.
La parte posterior de la cisterna se empotró contra la fachada de un restaurante ubicado a 300 m.
Lo que resulta sorprendente, y casi milagroso, es que sobre una ocupación de 800 personas en el camping en ese momento, sólo murieran de forma instantánea 158 personas (cifra que aumentó hasta 243) y 400 personas resultaran heridas graves. No es entendible si se observan las imágenes del camping posteriores a la catástrofe.
La afectación del frente de llama ocupó prácticamente todo el camping (más de 2/3); aunque fuera una afectación corta en el tiempo, las temperaturas fueron descomunales (superiores a 2.000º C). Los recipientes de camping gas y bombonas de butano existentes en el camping y expuestos a la deflagración, colapsaron de forma generalizada por un aumento de temperatura superior a la crítica del gas contenido, lo que les hizo colapsar y alimentar todavía más si cabe, el efecto de la BLEVE inicial.
El camping, fue arrasado en 2/3 partes. Es escalofriante pensar que la afectación de la Bleve, aniquiló en segundos casi toda la parcela que Los Alfaques, quedando segundos después, multitud de focos residuales, pero ya, sin riesgo de propagaciones.
El agua de la playa llegó a ebullir en algunos puntos alejados hasta 20 m de la orilla, lo que nos indica el poder energético del frente de llama.
Se estima que la llegada de los primeros servicios de Emergencia fue a los 30 minutos de producirse la BLEVE; curiosamente, aunque la temp. en el camping se sitúa 10º C por encima de la temperatura ambiental en ese momento, es sorprendente cómo una deflagración con efectos impensables y con temp. tan extremas, recobran la normalidad ambiental en tan poco tiempo.
Esta catástrofe, como hemos comentado anteriormente marcó un punto de inflexión en todos los aspectos relacionados con la seguridad en el transporte de materias peligrosas, pero me pregunto a mi mismo, porque la norma siempre avanza vinculada a las consecuencia de “accidentes”. Cuántos miles de camiones cargados hasta las trancas habrán circulado por todo el terrotorio nacional con el riesgo que ello conllevaba.
Se priorizó como causa del accidente la sobrecarga de la cisterna, aderezada con el mal estado de la cisterna y las ausencias de válvulas de alivio, aunque me gustaria enfatizar este último aspecto.
Aunque los sistemas de alivio, bien es verdad que hubieran liberado presión tras el calentado del propileno por las condiciones atmosféricas, no hubieran sido eficaces en el momento de la fractura de la cisterna, bajada de la presión y gasificación instantánea del C3H6 (subida de presión inasumible).
Las consecuencias legales fueron nimias, si las comparamos con la catástrofe que supuso la pérdida de 243 vidas.
Si bien es cierto que la seguridad ha mejorado exponencialmente, debemos siempre, como intervinientes en situaciones de riesgo, entender el riesgo potencial que suponen algunas materias, debiendo conocer y tener en cuenta siempre las evoluciones y escenarios más desfavorables para blindar nuestra seguridad.
El camping fue reconstruido, se puso un monumento dedicado a las víctimas y la vida siguió desarrollándose como si nada hubiera pasado. Como decía mi profesor de filosofía en el instituto (ya ha llovido), cada persona es un engranaje inservible, de una máquina defectuosa llamada sociedad, que funciona porque va cuesta abajo sin frenos.
La afectación al camping vino dada por la mala suerte de que la fractura de la cisterna se manifestara hacia la playa, afectando plenamente la BLEVE al camping.